El gordo estaba muy ebrio. No estaba en condiciones óptimas de confianza como para establecer el diálogo. Era obvio que mis objetos hablarían por mi y al depositar sobre la mesa cuatro plumas y una pipeta, todo estuvo dicho.
Miguel permanecía atónito, observaba con cuidado cada uno de mis movimientos. Desconfiaba de mis intenciones, de mis pertenencias y de mi rumbo en la carretera. Logicamente, nadie había esperado mi llegada y por el atuendo que lucía, era muy osada mi pretensión de bienvenida.
-El libro. - Se apresuraba el gordo en su estado reverberante. - El libro es lo que queremos.
Podría haber contestado para intentar exponer mi poder en su fase máxima, pero preferí que mis gestos sigan la corriente comunicacional.
Sacaba el libro con las dos manos, casi en cámara lenta, sin sonrisa, solo con paciencia y con la debida delicadeza que merecía ese ejemplar.
-Al fin la eternidad y la trascendencia se sirven en una cena. Qué delicia.- se liberó de pensamientos, Chobe - por cada casacada que contenga el mundo, un presente se transforma en su predicción y en su imposibilidad de circularidad temporal.
Debo admitir que era una reflexión algo profunda para un sujeto a las tres de la madrugada. Sin dudar y sin emitir gesto facial alguno, agregué: los océanos se dividen solo políticamente.
Esperaba un silencio de su parte o el premio que otorga toda acotación abstracta, un enemigo. Sin embargo y para mi sorpresa, solo atinó a retrucar mi afirmación con un: Nietzsche. Y su martillo.
Solo un camino emocional me correspondía ante semejante respuesta, la impresión, el miedo a su mirada que me gatillaba un lenguaje extrasensorial. Un torrente de palabras recorrían el aire desde su pupila hasta mi retina, en linea recta, sin titubeos. En ese preciso instante, él y yo, comprendíamos la simbología particular de nuestras palabras. Un único sentido. Irrecuperable en nuestra época. La suma de conocimientos implícitos dejó en marcha una competencia, una pelea, una guerra de asociaciones abstractas que solo pocos pueden ejecutar. Estos ejercicios solo logran aprovecharlo personas tenaces. Individuos capaces de permanecer en sus cabales aun luego del autojuicio impulsado por la crítica general del medio. Una crítica que esconde toda la sed de esto en la mesam conocimientos.
continuará...
viernes, 14 de mayo de 2010
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