Introducción
La literatura, tal cual la conocemos, siempre adoptó los elementos y recursos que se tuvo en la vida cotidiana para la narración de novelas y poesía. Los avances tecnológicos casi siempre fueron tenidos en cuenta tiempo después de establecidos socialmente. Por esto, las obras clásicas contienen cronotopos que nos permiten remontarnos a su época de escritura, exceptuando, claro está, las novelas modernas y posmodernas que encuadran la historia expuesta en tiempos anteriores. Es por esto que propongo abiertamente la colocación de nuevas tecnologías que abundan en el siglo XXI dentro de nuestros escritos. En más de una ocasión resulta chocante y poco poético la lectura de palabras como "internet", "celular" o "disco compacto (CD)" en escritos de blogs y escritos amateurs. Pero sugiero, se busque el lugar adecuado para su colocación con el fin de comenzar una nueva narrativa que caracterice los tiempos en que vivimos. Dejemos de lado, al menos un rato, la escritura con elementos del renacimiento o del romanticismo. No el formato (o sí), pero sí los elementos.
De aquí en más, señor lector, sepa que se encontrará en más de uno de mis escritos, términos que me son cotidianos para hacer el intento de generar una lírica personal adaptada a estos tiempos.
(Tengo varias justificaciones para esto que expongo y sugiero, pero adaptarme al posmodernismo me lleva a no generar el texto explicativo adecuado)
1. Teléfono Celular
A partir de la década del 90 del siglo pasado, comenzó la inserción del artefacto que hoy en día generaciones enteras no conciben la idea de una vida sin él. El teléfono celular. Un aparato portátil que en estos tiempos, cabe en la palma de la mano y permite la comunicación en tiempo real con casi cualquier persona encuentrese donde se encuentre. Bastan dos condiciones mínimas para la utilización de esta tecnología: (a) disponer del servicio brindado por una compañía de celulares, (b) disponer de saldo a favor para ejecutar la comunicación y (c) que ambas partes intervinientes en la comunicación, tengan el aparato encendido en el mismo momento.
(Si bien lo anteriormente expuesto es de público conocimiento, creo que una aclaración algo minuciosa del asunto puede cumplir la función de herramienta para la producción de situaciones literarias.)
Los teléfonos celulares agilizan el ritmo de vida general de la sociedad. La eficiencia comunicacional lograda no es comparable bajo ningún punto con la circulación de información en tiempos pasados. El correo de antaño tuvo su reemplazo en una primer instancia con la inserción del teléfono en la sociedad. Y el teléfono celular, colabora con el teléfono en algunos casos y en otros, lo sustituye en su completa función.
Al margen de la velocidad en la circulación de información, el celular genera diferencia y se solidariza con el clasismo. Los hay de todo formato y se diferencian por tamaño de pantalla, teclas, colores, marcas y precios. A simple vista se podría decir que el precio es proporcional a la cantidad de utilidades y versatilidad en el aparato. Hasta el momento, con un celular se puede: ver televisión, enviar y recibir mensajes de texto inmediatos, utilizar internet, tomar fotografías, transferir datos de celular a celular o de celular a computador y conversar en tiempo real. Y parece ser que no hay límites en este aspecto. Siempre se logran nuevas funciones e interfaces que modifican las necesidades y demandas sociales en el consumo.
Vaya recurso literario que resulta ser el insignificante, trivial e innecesario teléfono celular. En resumen: velocidad, posmodernismo, versatilidad, clasismo, comunicación. Existir. Escribimos para existir. Escribimos en base al existir. Y un elemento crucial en el existir del corriente siglo, que nos atraviesa el andar, que tiene la capacidad de generar psicopatologías, transmitir afectos viscerales, producir llanto, ira, estremecimiento, alegría, sorpresa, confusión, frustración, decepción... es el teléfono celular.