
"Sí, sí, hay un placer en el último grado de la humillación y el anonadamiento.(...) El diablo sabrá si no lo hay también en el látigo cuando éste nos flagela la espalda y nos arranca pedazos de carne..."
Fiodor Dostoievski
Parte 1
-Caballero, debo decirle que no es posible destruir el cielo. Creame que lo he intentado varias veces en los años que llevo. Incluso me tomé el atrevimiento de construir una escalera eterna para intentar despedazarlo a martillazos. Y aún así, me fue imposible.
-Es porque usted no está capacitado para llegar sin escaleras. Usted es, tan solo, un pobre infeliz. – el anciano tomó su bolsa, se puso de pié tras un vigoroso esfuerzo y comenzó su andar lento. Por mi parte, atiné a saludarlo, pero me ganaron las ideas y me detuve a mitad de mi ademán. Lo vi alejarse sin voltear siquiera la cabeza y me quedé tieso y desganado.
Aquel anciano pronunció palabras que podrían dejar sin aliento a algunos pocos y es a esa porción de la población toda, a la que sin dudarlo, anima intensamente. Es que un imposible lo convierte en eso las mismas ideas que lo rodean. Lo imposible no es más que una idea. El cielo… el cielo fue inalcanzable con mi escalera. Ese fue mi error. Construí esa escalera con la labor de catorce vecinos. Su longitud fue de mil cuatrocientos metros y necesité más de catorce mil peldaños hechos de aluminio, madera, cobre e incluso oro. Debo aclarar que fue una odisea la construcción pero valió cada gota de sudor.
Ahora bien, la empresa sirvió de poco en el final. Martillar un imperio celeste sin obtener lo deseado fue encarnar la frustración. Recuerdo incluso que desde la llegada al último peldaño hasta el último martillazo, ví como se ennegrecía paulatinamente aquello que quería destruir. Cómo se aniquilaba mi idea y cada uno de los golpes acestados fueron en vano. Ya de noche, contemplé el hermoso paisaje sin importancia y con angustia emprendí el regreso a tierra firme.
Hacer añicos una idea con el hierro no fue un acto racional. Para enmendar mi error...Continuará...
texto: eze.
foto: Sbt Rebe.